Algún día, escuché a una joven con síndrome de Down hablar con una claridad que desarmaba cualquier prejuicio. No quería ser vista como “especial”. Ella solo quería ser ella, una chica más en el mundo, con gustos, con opiniones, con sueños… y también con desacuerdos sobre cómo la sociedad la percibía. Con toda la naturalidad del mundo, pedía algo que parecía simple, pero que para muchos aún es difícil: ser tratada como una persona más.
Con una sonrisa que contagiaba y una fuerza que desafiaba etiquetas, hablaba de cómo le gustaría que la gente se relacionara con ella cuando la ven por la calle. No como un acto de caridad o de cuidado extremo, sino desde la empatía, desde el reconocimiento mutuo como seres humanos, sin jerarquías de capacidad ni compasiones mal entendidas.
Esa conversación abrió una puerta a una reflexión que todavía hoy resuena: ¿y si viéramos la discapacidad no como un límite, sino como otra forma de estar en el mundo?
En GrupoLisman Integrados, lo vemos cada día. Personas que, pese a los retos físicos, sensoriales, intelectuales o psicológicos, tienen fortalezas únicas. Tienen talentos, ideas, compromiso, ganas de aportar. Sí, a veces requieren adaptaciones o acompañamiento, pero no es muy diferente a cualquier otra persona que necesita condiciones adecuadas para dar lo mejor de sí.
Y ni qué decir de las discapacidades psicológicas. Aquellas que no se ven, pero que habitan en el interior de muchas personas que aparentan estar bien, pero libran batallas silenciosas. Depresión, ansiedad, trastornos del estado de ánimo o del pensamiento… ¿Cuántas veces juzgamos sin saber? ¿Cuántas veces exigimos productividad sin preguntar por el bienestar?
Este texto no es solo un homenaje. Es una invitación.
Más allá de las capacidades, somos humanos
Construir una sociedad más justa e inclusiva no parte de grandes discursos, sino de pequeñas decisiones cotidianas. Como saludar con naturalidad. Escuchar sin prejuicios. Ofrecer una oportunidad. O simplemente, dejar de lado el miedo a lo desconocido.
Porque cuando dejamos de mirar lo que falta y empezamos a ver lo que hay, el mundo se llena de posibilidades. Porque cuando nos reconocemos como UNO, todos ganamos.
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